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En la separación no hay justicia

No hay relaciones que terminen justamente, no hay justicia para una separación. Quedarán algunas culpas, también deudas pendientes, de las cuales las económicas son las menos importantes. Lo que todavía se puede arreglar será menos que lo que queda, cada uno tendrá su parte restante. Esto muy comunmente genera la intención de buscar que sea equitativa, pero ahí es donde surge la trampa: la tentación de pedirle al otro que sea de una forma diferente, de una forma que no ha demostrado ser. O cuando esa diferencia sea lo que causó la separación.


Así una pareja, ahora de ex, puede volver a discutir o pelear por aquello por lo que se separaron. Razones siempre van a haber para seguir haciendo reclamos e intentar negocear. Es una forma de seguir juntos. Hay separaciones muy injustas, es cierto, pero no hay separaciones justas. Uno se queda con más cosas, otro quiere tener más tiempo, pocas veces los dos quieren separarse. Pero esto tampoco quiere decir que al separarse, el que inició la movida es el que quería separarse. También se puede hacer de todo para que el otro sea quién tome la decisión, así la responsabilidad recae en el.


No hay motivos para una separación, por eso no son justas. Se deja de querer o se dice basta o se prefiere otra cosa. Pero no hay motivos. No hay justicia, tampoco justificación. Puede haber perdón. Y a veces ni justicia ni perdón. Pero eso es comprometerse a no olvidar. Cada quien elige qué quiere y puede hacer con su separación. Lo importante, lo más sano, es tratar de no reproducir con el otro aquellas condiciones de la relación que llevaron a su fin. Porque eso es seguir juntos, pero separados. No es la paz. Es la guerra por otros medios.


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